Qué el atentado contra las Torres Gemelas de Nueva York supuso un punto de inflexión histórico importante para gran parte del mundo, oriental y occidental, es una obviedad. Menos obvio es suponer que el impacto emocional de esta atrocidad afectó a todos por igual, especialmente en aquellos paÃses desgraciadamente acostumbrados a conflictos armados perennes, en muchas ocasiones con la connivencia de gobiernos democráticos. En una de las historias que forman la colección de once cortos 11’09»01, la directora iranà Samira Majmalbaf muestra el esfuerzo inútil de una maestra que intenta explicar a los niños de un campo de refugiados afganos lo que ha sucedido en las Torres Gemelas. La escuela es una pequeña choza de barro, los niños no tienen acceso a la televisión, y mucho menos a internet. En un momento dado, creo recordar, pues escribo de memoria, un chaval pregunta si esa torre era tan grande como la chimenea de un gran horno que domina el campo, su único punto de referencia de lo que serÃa una «superestructura arquitectónica».
La virtud de la mayorÃa de esos cortos es que, a sabiendas de que la tragedia era todavÃa dolorosamente cercana, optan por una perspectiva oblÃcua, contando de que manera afectó el 11-S a distintas personas en distintos paÃses. Han pasado cinco años, algunas cosas han cambiado desde entonces (tenemos a los americanos en Iraq, nos van a colocar chips en los aeropuertos) y otras no tanto (continúan los atentados suicidas y Bin Laden sigue escondido en su cueva). En cualquier caso, el tiempo transcurrido parece ser que ha permitido a algunos cineastas afrontar la tarea de representar, de forma directa, algunos de los acontecimientos de ese dÃa, como es el caso de World Trade Center, de Oliver Stone, o la pelÃcula que ha motivado este post, United 93 de Paul Greengrass.
A falta de ver la de Stone, en mi opinión el enfoque de Greengrass para su recuento de la tragedia del cuarto avión secuestrado ese dÃa es excelente. A sabiendas de que un exceso de dramatización resultarÃa artificial e incluso irrespetuoso, el film es narrado en un tono semi documental, hiperrealista, tomando la perspectiva de las torres de control civiles y militares más implicadas y, por supuesto, de los pasajeros, pilotos y azafatas del fatÃdico vuelo. Los actores son todos secundarios desconocidos, y al mismo tiempo no existe un protagonista único, un héroe arquetÃpico con el que el espectador pueda identificarse. La pelÃcula arranca describiendo situaciones cotidianas, conversaciones rutinarias para poco a poco ir desvelando los mimbres del drama. El peligro de este enfoque es acabar resultando un film frÃo, distante (me viene a la cabeza Elephant, de Gus Van Sant, que narraba una masacre similar a la de Columbine), pero la magia de United 93 es que, sin traicionar sus presupuestos de partida consigue provocar una auténtica catarsis en el espectador, especialmente en su tramo final, uno de los más intensos y emocionantes que he visto en los últimos años. Probablemente el mejor homenaje que podÃan recibir las vÃctimas.
si señorestoy completamente de acuerdo contigo. Es una gran pelicula y una de las cosas que la hace tan buena es (como ya has comentado) la ausencia de las «tipicas» «estrellas» de cine.
Bieeeeen, un comentario, gracias Sergio…
Por cierto que desde que escribà esto ya he visto World Trade Center y es una castaña de las gordas