Lo bueno que tiene esto de navegar por Internet, vagabundeando por el ancho océano de bytes del ciberespacio y saltando de enlace en enlace como de ola en ola, es que de pronto se encuentra uno con alguna que otra joya; una ignota isla en el PacÃfico, un navÃo extraordinario o un banco de delfines juguetones.
En una de esas he ido a recalar en los estupendos artÃculos de Miguel A. Román, a quién no tengo el gusto de conocer, pero del que me declaro desde este momento acólito y discÃpulo incondicional.
En el blog Libro de notas, Román escribe cada 28 de cada mes una columna llamada Román Paladino donde nos ofrece unos amenos, inteligentes, prácticos y reveladores artÃculos sobre el correcto e incorrecto uso de nuestro idioma.
Al más puro estilo del desaparecido maestro Lázaro Carreter y sus dardos, Román nos abre las puertas de nuestro idioma mostrándonos con humor, educación y, sobre todo, rigor, aquellos errores más frecuentes en los que recursivamente caemos, y nos enseña cómo podemos evitarlos.
No esperen encontrar a un acádemico estricto e inamovible que propugna dogmas de fe (cuando es menester, también arremete contra la Real Academia si piensa que se equivoca) sino a un amigo que les ampliará los horizontes de su lengua, al tiempo que les divierte e instruye con curiosidades que seguramente desconozcan pero les gustará saber.
Iba a recomendarles algunos de sus artÃculos, pero lo mejor es que les recomiende todos:
- Réquiem por un punto y coma
- La maldición de Babel
- Crimen y Castigo
- Por las siglas de las siglas
- Participios dÃscolos.
- ¿Que qué de qué?
- Por la dignidad del corrector
- Baipás
- El ataque de las palabras mutantes
- El retorno de la Bitácora
- Escrito para ser libre
- Homofobia idiomática
Estoy deseando que llegue el próximo vigésimo octavo dÃa (sólo me faltan veinte) para aprender un poquito más.
Buen descubrimiento. Ã?ste me lo apunto.