Maldito alemán

Comenzamos, cómo no, con un chistecito:

Ese abuelito, de 80 años, que le dice a la nieta

– Niña, niña…

– ¿Qué?

– ¿Como se llamaba el alemán ese hijo de puta que me esconde las cosas?

– Alzheimer, abuelo, Alzheimer…

Este chiste, que no me parece malo, no es un chiste que me haga reír, pero sí sonreír un poco para luego evocarme una ternura mezclada con tristeza.

Yo, gracias a Dios por ahora, no he pasado por la experiencia de padecer esta enfermedad. Y si digo que no la he padecido quiero decir que ninguna familiar la ha tenido, pues de todos es sabido que cuando hay un enfermo de Alzheimer, el que la tiene es él, pero quien la padece es la familia.

Cruzo los dedos porque nunca se sabe si algún día la padeceré, o la padecerán mis familiares mientras yo no me entero de nada, pero el caso es que es una enfermedad que no me deja nada indiferente. Los ancianos me han inspirado siempre una cierta ternura incluso superior a la de los niños y su maltrato o su sufrimiento me llega muy hondo. Y la idea de olvidarte de quién eres y olvidar a tu familia me parece simplemente aterradora.

Hace dos días fue el Día Internacional del Alzheimer, y se aprovechó para estrenar la película ¿Y tú quien eres?. Una película que espero ver porque por lo que he visto anunciado promete ser bonita y emotiva y además estar protagonizada por Manuel Alexandre y José Luis López Vázquez y dirigida por Antonio Mercero pues como que es un punto a su favor.

Pero hay un testimonio que he leído hoy en un blog, el de Campanilla, que me ha conmovido mucho y me ha impulsado a escribir este post:

Hoy en un centro comercial me han pedido que de una ayuda contra el alzheimer
Tres veces
La misma persona.

Volvamos al chiste. Al humor, que es lo nuestro: «Ese alemán hijoputa«. Sonreímos, sí… pero… qué hijoputa el alemán….

Un abrazo de cariño, solidaridad y aliento para todos aquellos que padezcais la enfermedad, porque alguien querido la tiene.